Además, Kreutzberger valoró el mensaje del Sumo Pontífice respecto a la población migrante diciendo que «incorporarlos no es malo, pero hay que hacerlo de manera ordenada”.
En la imagen se ve a los Papas Francisco, Juan Pablo II y Benedicto XVI, sin embargo la cara de Jorge Bergoglio es un montaje de Photoshop.
Las hermanas Nora, Gloria, Sonia y Diana Villagrán, se reunieron en Santiago para, tal como hace 30 años, acudir a una misa del Santo Padre. Aquella vez fue Juan Pablo II, hoy Francisco I.
El Santo Padre participó de su última actividad del día, donde conversó con representantes y miembros del Hogar de Cristo.
El templo está emplazado junto al Hogar de Cristo –obra del santo chileno– y la parroquia Jesús Obrero, lugar donde fue velado y sepultado el sacerdote jesuita en 1952.
El Santo Padre continuó su análisis diciendo que «uno de los problemas que enfrenta nuestra sociedad hoy es el sentimiento de orfandad, que no pertenecemos a nadie».
El Santo Padre reconoció ante religiosos que la Iglesia Católica actualmente vive «momentos de turbulencia», pero les pidió que sigan adelante con su misión.
El Sumo Pontífice llegó a las 17:15 horas al templo, el que es considerado por la Iglesia Católica como el más importante del país.
El Sumo Pontífice indicó a las mujeres presas que «ser privado de libertad no es lo mismo que estar privado de dignidad, que no se toca. La dignidad se contagia más que la gripe».
Además, la reclusa Jeanette Zurita pidió perdón a la sociedad y a quienes hirieron con sus delitos.
La capacidad del Centro Penitenciario de Santiago, ubicado en la comuna de San Joaquín, es para 1.080 reclusas, pero su población actual supera las 1.200 internas.
En este recinto se encuentran las mujeres privadas de libertad, mientras están puestas a disposición del Tribunal, prisión preventiva y condenadas al cumplimiento de penas privativas de libertad.
En la ocasión, el padre Julio le pidió al Sumo Pontífice que bendijera una imagen de la Virgen del Carmen tallada en madera.
El sacerdote jesuita calificó como «una provocación» la presencia del obispo de Osorno, quien es acusado de encubrir los abusos sexuales de Fernando Karadima.