Según la Superintendencia de Educación Superior, cada año se registran alrededor de 2 mil denuncias por maltratos físicos y psicológicos. A esto se suma las cifras entregadas por el Mineduc que señaló que el 86% de los escolares ha sido testigo de abusos y violencia en la sala de clases, siendo Quinto Básico el curso en el que más se dan casos de acoso escolar.

Sin duda, el bullying escolar es un tema de gran relevancia que afecta de manera profunda en el desarrollo del niño, tanto para aquellos que reciben los abusos como para quienes lo ejecutan. Ante esto, es tarea de los padres estar alerta a las señales que pueden estar entregando sus hijos y que los podría ayudar a detectar cuanto antes si su hijo o hija es víctima de acoso escolar.

¿CÓMO IDENTIFICAR EL BULLYING?

La Directora Nacional de Educación del Centro de Formación Técnica Santo Tomás, Claudia Taiva, señala que hay que observar una serie de cambios conductuales en el niño que son evidentes. El primero es el rechazo hacia el colegio: “el niño no quiere asistir a clases fingiendo enfermedades, se le ve apartado del resto de sus compañeros y busca la compañía de niños menores, pierde el interés por estudiar o hacer sus tareas y el rendimiento escolar desciende gradualmente”, dice la especialista.

En tanto, en casa el niño oculta el problema y tiende a ser agresivo. “Se le ve triste y con cambios de humor importantes, mostrándose irascible, presentando llanto y pataletas. También es posible que comience a mostrar una conducta infantilizada de acuerdo a su edad. Puede que presente signos de agresión física, y pese a ello, al preguntarle el por qué, se pone agresivo, nervioso, o bien, no responde con naturalidad y miente”, agrega.

En tercer lugar, es posible detectar en los menores trastornos del apetito, vómitos y enuresis, mientras que en términos emocionales puede haber pesadillas, ansiedad y ataques de pánico.

¿CÓMO ACTUAR?

Lo primero que deben hacer los padres que se ven en esta situación, es definir con claridad si efectivamente se trata o no de un caso de bullying, que en términos básicos se define como un acoso sostenido, o si bien solo es una situación puntal. “Una vez que se tiene la certeza de esto, se debe actuar al instante y tomar contacto con el profesor y el director de la escuela. Si se tiene la sensación de que no se está siendo escuchado, es posible recurrir a otras instancias, como por ejemplo, el centro general de padres”, precisa la Directora Nacional de Santo Tomás.

No es aconsejable tomar en un primero momento contacto con los padres o apoderados de los presuntos acosadores, ya que esto sólo podría generar tensiones. “En caso de que en el centro escolar no se tomen las medidas correspondientes, no se debe dudar en recurrir a instancias mayores y denunciar en Carabineros”. Por otro lado, un cambio de colegio solo es indicado cuando éste no se ha responsabilizado en cuanto a la situación, ya que una nueva escuela podría significar para el niño otro golpe emocional.

¿Y SI MI HIJO ES UN NIÑO AGRESOR?

Para los padres, saber que su hijo es un agresor es tan fuerte como saber que un hijo es víctima, ya que es un indicador que el niño no se está desarrollando socialmente de una manera adecuadamente y hace que éstos cuestionen su labor de crianza. “Si bien los niños agresores parecen fuertes, en general son niños muy inseguros con una autoestima muy baja y que a la larga intentan sentirse mejor haciendo sentir mal a los otros”, explica Taiva.

Cuando la familia se entera que su hijo es un agresor lo primero que debe hacer es evitar a toda costa que vuelva a ocurrir una nueva situación de agresión, advirtiendo de ello en la escuela. Por otro lado, es deber de los padres que el niño comprenda que ha actuado erróneamente pero que pese a ello cuenta con el amor y apoyo para superarlo.