Karim Atalah

En su tiempo, el “Fito” 600 como se le llamó en nuestro país a este clásico de la industria automotriz italiana. Significó para los chilenos, una alegría porque en algunos casos significaba el primer auto que uno tenía y además era muy “carne de perro” como se dice porque podía aguantar mucho pese a su diminuto motor de solo 600 centímetros cúbicos.

Obra del diseñador itálico Dante Giacosa. El 600 debutó en el mercado en 1955 y era similar a su antecesor, el 500 y se fabricó no solamente en su lugar de origen Italia, sino que también en España con la marca Seat, Yugoslavia con el nombre de Zastava 750, Argentina y Chile, entre otros países.

En suelos nacionales, el “Fito” se armó entre 1962 y 1968 en la planta de la Fábrica Italiana de Automóviles Torino (Fiat) en Arica y posteriormente en Rancagua.

Cuantas anécdotas y recuerdos tiene la gente que fue propietaria de este querido city car oriundo de Turín con motor trasero y maletero delantero que se convirtió en un fiel compañero de las personas que lo conducían ya sea en las carreteras o en la ciudad.

Como si fuera poco, el “Fito” no solo fue popular en la calle, sino que además en los autódromos criollos y hasta nuestros días se ocupa para disputar la categoría Monomarca 600, especialidad del automovilismo nacional que se efectuá por ejemplo en el circuito de la Villa Olímpica en Quilpué.