Proyecto financiado por el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y del Consejo Regional de Valparaíso


Soy Roberto Burgos, médico de profesión. Soy originario de Viña del Mar, pero estoy muy vinculado a Casablanca; de hecho, mi casa está allá e incluso fui concejal por esta comuna durante varios períodos.

Empecé mi carrera en Casablanca, como general de zona y, posteriormente, hice mi especialización de médico internista en Valparaíso. Trabajé en el hospital Eduardo Pereira y en el Van Buren, en donde continúo con mis labores.

Además, soy consejero regional por la región de Valparaíso (Valparaíso, Casablanca y Juan Fernández), por segundo período y por votación popular, y presidente de la comisión de salud del CORE.

Lo que me llevó a escoger esta carrera tiene que ver con dos líneas vocacionales asociadas: una humanista, que denota la preocupación por el ser humano y tiene relación con el servicio social, con el lado humanista y, por supuesto, con la pedagogía, en donde se trabaja más vinculado con las personas. 

Por otro lado, tenemos la parte ligada con lo científico, con el área de lo biológico, de la ciencia, que corresponde directamente al interés general de ayudar a las personas.

Y llega el Covid-19

Me tocó estar presente y atender en los dos primeros casos de sospecha por Coronavirus, los que posteriormente no fueron confirmados. El primero correspondía a una joven de madre italiana y padre chileno que había estado en Italia, recordemos que en ese momento dicho país era uno de los focos de conflicto de la pandemia; esta mujer había llegado hacia poco tiempo y había tenido un cuadro respiratorio, fue hospitalizada y, finalmente se descartó su contagio a través de un examen PCR. 

El mismo día, una pareja que había estado de vacaciones en Italia y había pasado por España, venía con síntomas, menores, pero venían con ellos, por lo que se empezó a sospechar, hasta que al final pudieron ser descartados.

Para tratarlos, en los primeros momentos, se tomaron todas las prevenciones que llevaran a disminuir la posibilidad de algún contagio. Recuerdo que hubo un cierto conflicto respecto de la protección, porque por un lado estaban los trabajadores de la salud siendo cuestionados por solicitar elementos de protección personal y, por el otro, estaba la discusión de si era suficiente lo que se les entregaba o no. 

Aún así, a nivel internacional, Europa y Estados Unidos y también ocurrió en Chile, un porcentaje no menor de funcionarios de la salud han sido contagiados y también han fallecido; de hecho, las cifras de infectados que tiene la región de Valparaíso son muy similares a la tasa nacional que es un 9%.

Ahora bien, hay que aclarar que es una parte de los funcionarios la que se contagia por su trabajo, pero también estos trabajadores son seres humanos como todos y a pesar de que están más interiorizados de los protocolos, en su vida diaria se pueden contagiar. 

De hecho, los brotes que ha habido en centros hospitalarios no siempre tienen que ver con la atención de pacientes, porque ahí están todas las precauciones y elementos de protección. Muchas veces estos brotes ocurren cuando se relajan, están lejos de los enfermos y conversan un poco más y ahí hay riesgo. 

Eso no justifica, pero de alguna manera explica por qué ha habido brotes cuando los funcionarios no se encuentran cerca del paciente, porque en esos momentos se toman todas las precauciones.

Los chilenos y la pandemia

Yo diría que las personas han ido comprendiendo un poco más profundamente este tema. Pero este entendimiento es un poco más difícil en la gente joven. Primero, porque ellos saben que, en general, tienen menos riesgo de hacer una enfermedad grave. De hecho, un porcentaje no despreciable de los pacientes que están en UCI son jóvenes y muchos de los fallecimientos también lo son. 

Es sabido que el 80 % de los fallecimientos son personas mayores de 60 años, pero hay otro porcentaje que corresponde a gente menor y sabemos que se han descrito cuadros especialmente graves e inflamatorios en niños; lo que pasa es que no son muy comunes, pero existen.

Entonces, esta idea de que la gente joven era “más inmune” hizo que no tomaran en cuenta el rol propagador del virus que ellos mismos estaban cumpliendo, poniendo en riesgo a su entorno personal y a sus mayores. 

Hoy, creo que los jóvenes han ido cambiando su percepción y eso más la fiscalización, creo que ha ayudado a que las cifras estén mejorando; además de las  estrategias específicas que fueron planteadas desde el principio y que ahora se están haciendo, como es aplicar más test de PCR (Chile tiene un alto porcentaje de realización de estos exámenes), hacer la trazabilidad en corto tiempo para encontrar a los contactos estrechos y, posteriormente, el aislamiento, para lo que se establecieron posteriormente las residencias sanitarias, para poder hacer esta cuarentena de los 14 días si no puede hacerla en su casa, entendiendo que no habían síntomas graves.

La telemática en todos los ámbitos

Este nuevo modo de hacer medicina, la telemedicina, se va a incorporar a nuestro sistema de salud. En el último tiempo, yo mismo he estado realizando teleconsultas.

La ventaja que tiene esta modalidad es que las personas que viven en lugares muy remotos y/o aislados, cuando requieren de una atención más especializada, tienen dificultades para acceder. En ese sentido, la teleconsulta facilitaría este acercamiento paciente – doctor, aunque sea virtual.

Como consejero regional, la vida también me ha cambiado, ya que gran parte de mi trabajo está siendo vía telemática y en el ámbito personal y familiar, estamos todos en teletrabajo, incluso mi esposa e hijos.

Ahora respecto a eso, el tema de la educación con la pandemia dejó al descubierto un tema que no se veía: la inequidad en la conexión a internet. Muchos de los niños están en los colegios, pero no tienen la conectividad necesaria, porque tener acceso a la red es caro, y además, esta conectividad no está disponible en toda la Región, por lo que muchos alumnos dependen de que lleguen sus padres para poder tener acceso. 

De hecho, esta necesidad no estaba planteada a nivel regional. Hoy los adultos mayores también requieren de conectividad, por lo que es necesario democratizarla, la tecnología al servicio de las personas, para terminar con la brecha de la inequidad en el acceso.

¿Qué nos deja todo esto?

Dentro de lo malo y terrible que ha sido la pandemia, nos hemos dado cuenta de que hay muchas tareas que tenemos que hacer, independiente de todas las secuelas económicas que van a quedar por esta enfermedad, todos los fallecidos y enfermos que dejará esto, hay un compromiso de que las cosas hay que mejorarlas.

El sistema de salud estaba muy en déficit. Cuando se partió con la pandemia, a nivel país sólo se contaba con 1200 camas con ventilador mecánico, en algún momento se llegaron a ocupar 2.100 camas UCI sólo por Coronavirus, sin contar todas las otras dolencias graves que eran Covid. 

Actualmente, existen 3.300 camas. Se logró triplicar el número de camas UCI, en un trabajo acelerado, con una inversión muy importante que va a dejar al sistema mejor instalado, gracias a la pandemia.

Faltaba invertir más en salud, en infraestructura, porque estábamos muy al debe, pensando que en Chile había 2 camas por 100 mil habitantes y, en otros países como Alemania, tienen 20 camas por la misma cantidad de habitantes. 

Tenemos que reconstruir un país mejor, pensar desde abajo, desde la gente y que es tarea de todos, todos tenemos que hacer algo en lo que podamos contribuir para que el país pueda mejorar… que no sea una frase vacía.

Sin dilema de la última cama

No ocurrió porque hubo un esfuerzo acelerado. Siendo bien realistas, estábamos sobre aviso por lo que ocurrió en Europa, hay que reconocer que teníamos una advertencia. 

Aun así, había ciertas condiciones, en Latinoamérica en general, que eran más preocupantes, como la pobreza, mayor informalidad en la economía, lo que no permite que muchas personas puedan quedar confinadas en su casa, porque viven de lo que ganan día a día. 

Teníamos cierta advertencia, pero también teníamos en contra que los países de Europa, como Alemania, Italia, España, Francia, que económicamente estaban mejor preparados y que de alguna manera no tomaron muy en cuenta las señales y eso podría haber incidido en la obtención de “peores resultados”, teniendo un sistema mucho más fuerte de Salud.

Latinoamérica no tenía esa fortaleza, en Chile específicamente, el resultado no ha sido tan tremendo como en otros países, pero yo creo que faltó una actitud más proactiva. Hay que reconocer que la rapidez en implementar las camas UCI ayudó a no tener que vivir el dilema de la última cama, no tener que decidir el uso de un ventilador entre un paciente y otro.

¿Cómo lo ha hecho Chile? No lo bien que se ha querido, pero tampoco han ocurrido las debacles que han sucedido en otros países y que, desgraciadamente, siguen pasando. Chile no ha salido de la crisis, la situación no está resuelta, está contenida y esperamos que se siga manteniendo en el tiempo. 

No hay que cantar victoria, pero uno puede decir que el periodo más duro puede estar pasando ya, lo más duro y lo más complejo puede estar quedando atrás.

¿Podrían haber hecho las cosas mejor? Por supuesto. ¿Se hicieron muy mal? No. Yo creo que de todas maneras ha habido resultado, indistintamente del dolor de la gente que perdió seres queridos por el virus, se ha estado trabajando arduamente, el sistema hospitalario en primer lugar, la atención primaria poniendo todo un esfuerzo, actualmente se incorpora la atención primaria en la trazabilidad. 

La lección es que se necesitan más recursos en salud, se requiere repensar en cómo vive una gran parte de la población chilena, una fracción  con mucha segregación, de mucha pobreza, de mucha gente que no se pudo subir al carro del supuesto progreso que no incorporaba a todos y yo creo que hay un desafío enorme para todos y es que este país debe mejorar en los aspectos sociales, de que la gente se sienta orgullosa de estar en Chile. 

Algunas esperanzas

En la mesa regional no sólo hemos hablado de la vacuna, sino que hicimos un proyecto en el Consejo Regional para el Plasma del Paciente Convaleciente, que sabemos que es una terapia todavía experimental, pero ha dado buenos resultados en varios países.

En Santiago se está haciendo entre la Fundación Arturo López Pérez (FALP) y la Universidad Católica y, a nivel regional, establecimos un área de trabajo a través del centro de sangre para también tener la capacidad de tener plasma de pacientes convalecientes.

Hace 15 días aprobamos 40 millones de pesos para tener la capacidad de manipular y mantener plasma de 100 pacientes ya recuperados y voluntarios. Esas 100 muestras serían transformadas en 300 dosis que se irían a pacientes más graves que se encuentren en UCI.

Con respecto a las vacunas, que comenzarán ahora etapa de experimentación, también se reclutarán pacientes voluntarios de la región, para poder estar en ese trabajo de fase 3 de la vacuna donde se demostró que la vacuna es segura, que no produce daño y que produce inmunidad, pero hay que hacer varias pruebas antes.

Las marcas de Coronavirus

La pandemia nos demostró que somos frágiles y, por lo tanto, es necesario poner especial atención a la idea de que debemos tener un sistema de protección más fuerte, un sistema de protección social que abarque la salud, la previsión, no podemos tener pensiones tan bajas; también apoyo a las personas que están en dificultades, tiene que haber un compromiso social y económico del país.

Construir un sistema de protección social fuerte que implique que una persona por el sólo hecho de nacer o venir a vivir a Chile, tiene que sentir que el sistema lo va a proteger, que va a tener oportunidades de trabajo, de desarrollarse, pero al mismo tiempo, si tiene una enfermedad o una dificultad económica severa, va a contar con un sistema de protección que le signifique sentirse parte de una sociedad que acoge, que no discrimina, que no excluye.

Hoy, debemos estar muy atentos a lo que dice la autoridad sanitaria, en ese sentido es transversal, las recomendaciones siempre hay que seguirlas, informarnos a través de los distintos canales y al, mismo tiempo, tener optimismo de que de esto vamos a salir fortalecidos, con deseos de construir entre todos una sociedad mejor, una comunidad mejor.

Yo creo que ese optimismo hay que mantenerlo y fortalecerlo con acciones concretas dentro de lo que podamos hacer: ayudar el vecino, al amigo o la persona que está en dificultad. Hacer algo por el adulto mayor, que a lo mejor no es un familiar directo, pero podemos hacer una pequeña acción de solidaridad que nos va a hacer sentir a todos mucho mejor.


 

Proyecto financiado por el Fondo de Fomento de Medios de Comunicación Social del Gobierno de Chile y del Consejo Regional de Valparaíso

Capítulo 7- Ser médico y servidor público en tiempos de Pandemia

El doctor y consejero Roberto Burgos, nos cuenta su experiencia en esta cuarentena por la Pandemia del Coronavirus.

Publicado por Diario El Epicentro en Martes, 4 de agosto de 2020