-Centro de la Ciudad Jardín está irreconocible: alcantarillas convertidas en basureros e  instalaciones de comercio ambulante en plena calle Villanelo.

-Lecho del estero es una verdadera pesadilla en el largo tramo paralelo a la Avenida Uno Norte.

En octubre de 2000, la Cámara de Comercio de Viña del Mar realizó  una encuesta  entre sus asociados con el propósito de recoger opiniones sobre el destino que se le daría a una de las vías urbanas más tradicionales de la Ciudad Jardín: la calle Valparaíso, que por esa fecha estaba en pleno proceso de remodelación, con una considerable inversión de recursos públicos.

La idea era involucrar a los comerciantes de esa arteria en un plan de mejoramiento de sus negocios con el fin de competir con la exitosa experiencia de los malls de 15 Norte, que habían mermado de manera significativa el auge de los locales comerciales ubicados en todo el sector céntrico de Viña del Mar, hasta el punto en que estaban cerrando a razón de veinte por mes, según declaraciones del presidente de la Cámara de Comercio.

Durante ese período se gestaron además, otras medidas para recuperar el prestigio de la ciudad como polo turístico, entre ellas la construcción del hotel del Casino y la inauguración del Terminal Rodoviario en mayo de 2000.

Sin embargo, todos los esfuerzos e inversiones que se efectuaron a partir de ese año, desde la remodelación del Hotel Miramar hasta la implementación de nuevo mobiliario urbano, no pudieron evitar la decadencia progresiva que se adueñó del antes famoso centro de Viña, víctima de un fenómeno social que terminó con el glamour que solía ostentar en décadas pasadas.

Eran los tiempos que los antiguos viñamarinos recuerdan como “los mejores”, cuando el Samoiedo, el Club de Viña y el Café Mirabel, entre otros, constituían lugares de encuentro obligado de los intelectuales de la época; escritores, poetas y artistas consagrados o aficionados,  se reunían para filosofar y arreglar el mundo, compartiendo los espacios con jazzistas y fanáticos del rugby y sus pololas, que se juntaban “en el centro” después de los partidos. Algunos años más tarde, uno de estos personajes se hizo famoso por sus geniales dibujos y por su talento para retratar la vida y costumbres de los chilenos, pero entonces, Lukas era Renzo Pecchenino, un joven más que alguna vez transitó por los lugares de moda de la Ciudad jardín.

A 134 años de la creación de la comuna, sus bellezas naturales, expansión e innegable desarrollo han mantenido incólume su prestigio y su vocación de capital turística de Chile, y por ello resulta inexplicable que el corazón de la ciudad, el núcleo urbano en torno al cual se gestó toda su historia, haya caído en tal abandono que muchos viñamarinos han optado por trasladar sus negocios a la Avenida San Martín, calle Libertad e incluso, centro de Reñaca, puntos que a su vez están ampliando los servicios de cafetería y comida al paso para atender a una creciente clientela.

Hoy, el centro de la Ciudad Jardín propiamente tal, ha perdido su norte, y sus principales arterias se hallan sucias y descuidadas. Las baldosas partidas por el uso o por los sismos, nunca fueron reparadas y su color original se ha perdido bajo una pátina de mugre que ya no es posible eliminar con un simple barrido de calles. En la plazoleta y veredas de calle Villanelo, los estacionadores de autos y los comerciantes  han instalado sillas destartaladas y quioscos hechizos que contradicen la imagen de “modelo turístico” que se ha promocionado con el slogan de “Viña, ciudad bella.”

No hay que ser sociólogo para darse cuenta de que existe una gran diferencia entre el tipo de usuario que solía transitar  por el centro de Viña hace unos años atrás, y el que circula ahora. Basta una simple mirada para ver cómo van comiendo y botando los papeles no en los depósitos que se han instalado para ese fin, sino en las veredas, e incluso, dentro de los alcantarillados. Hay algunos que contienen un surtido de envases plásticos, vasos y bolsas que sólo la incultura y la mala educación han puesto ahí.

El lecho del Marga Marga.-

El 13 de diciembre de 2001, la editorial de El Mercurio de Valparaíso se refirió a la vía alternativa del estero “como una señal valiosa que demuestra las posibilidades de ganar espacios para el tránsito en ese irregular curso de agua.”

La situación actual en que se encuentra el depósito de tierra, arena y escombros que solía ser el lecho del estero, permiten poner en duda la calidad de “valiosa” que tuvo la mencionada alternativa. Por una parte, se perpetuó una resolución vial que originalmente iba a ser transitoria, y por otra, se legitimó la venta de arena y piedras que son extraídas del mismo  estero, al cual se le han ido arrebatando tanto el material que lo conforma como sus espacios naturales. En ese aspecto, el “irregular curso de agua” constituye más bien una consecuencia del manejo indiscriminado de los sedimentos que una condición propia del estero.

El hecho de que los inviernos en la zona sean benignos y poco lluviosos, no significa que no vuelva a repetirse el desastroso temporal que hace años atrás ocasionó la crecida de las aguas del Marga Marga, transformado en un torrente que arrebató un par de vidas humanas e inundó el plan de Viña, casas y negocios causando cuantiosas pérdidas.

Puesto que no se puede adivinar las intenciones de San Isidro en los próximos años, siempre cabe la posibilidad de que el estero recupere su lecho y ocurra otro desastre. Por el momento, el desolado panorama no tiene nada de turístico, ni siquiera es decente.

El factor humano.-

En el momento de evaluar porqué se produce el deterioro urbano, la primera responsabilidad suele recaer en las autoridades locales ya que es tarea de las Municipalidades ocuparse del aseo y ornato de las comunas, tanto en el plan como en los cerros,

En el caso de la Ciudad Jardín, sectores como Forestal han quedado atrás en los planes de mejoramiento de barrios, lo que probablemente hace más atractivo el centro de Viña para los habitantes de ese y otros sectores altos, en parte porque está cerca y pueden acceder utilizando la movilización colectiva, y también porque existe una mayor variedad de productos de consumo que pueden adquirir a menor precio.

El problema es que los nuevos usuarios no se han preocupado de mantener la limpieza de las principales arterias por las que transitan a diario porque aquel es un “detalle” que no les interesa, y esta situación ha terminado por darle a la ciudad una apariencia descuidada. De partida, las boutiques y pequeñas tiendas de exclusividades desaparecieron, absorbidas por la proliferación de los negocios “Todo a 500” y venta de ropa usada, en tanto que la proliferación del comercio ambulante y las instalaciones sobre las veredas le han quitado espacio al tránsito peatonal.

Aún es tiempo.-

En respuesta a una carta que le fue enviada en junio de 2012 sobre la decadencia en que se halla el corazón de la ciudad, la Alcaldesa de Viña del Mar, Virginia Reginato, expresó que “le dolía en lo más profundo del alma el deterioro del centro de Viña, por lo que seguiría luchando incansablemente dentro de las facultades que le permite su cargo, para volver a ver las principales arterias céntricas con todo el esplendor de antaño, sin impedir por ello, el progreso y modernidad de otros sectores de la comuna.” Así mismo, reconoció que “eso no es tarea sólo del Municipio sino también de otras instancias públicas, y sobre todo del sector privado ya que se requiere consensuar el mismo objetivo para que el cambio pueda realizarse.”

 No será fácil revertir una situación que se ve complicada por la intervención de factores tanto sociales como económicos, pero sin duda que si hay voluntad política y las autoridades comprometen recursos del sector privado, la Ciudad Jardín podría recuperar las calles y lugares más emblemáticos de su brillante pasado.

Sigrid Boye