Sin debate y por unanimidad, la sala del Senado respaldó la idea de legislar sobre el proyecto que regula el uso de plásticos desechables de un sólo uso, con lo que se desincentiva el uso de bolsas plásticas en comunas costeras y faculta al resto de los municipios para que imite la iniciativa.

El propósito de la iniciativa es establecer una política pública que priorice la reducción de origen, la reutilización y el reciclaje de los mismos, dejando como última alternativa su eliminación (sea disposición final o incineración), con el objeto de promover un cambio en el comportamiento de la población que impacte positivamente el medio ambiente, la salud y la calidad de vida humana.

El modelo de desarrollo actual, basado en alcanzar el crecimiento económico, con el consiguiente aumento de la cantidad de bienes y servicios disponibles, da cuenta de una degradación progresiva de nuestra condición ambiental, alterando flujos e intercambios esenciales que sostienen los ciclos de la biosfera, en la medida que «crecer» implica, necesariamente, una mayor presión sobre la naturaleza, en tanto fuente de la totalidad de insumos del proceso productivo, y sumidero de todos los desechos que deriven del mismo.

Lo anterior, obliga a impulsar el desarrollo de herramientas que minimicen los efectos negativos que sobre la naturaleza tienen los procesos productivos, y racionalizar la utilización de los recursos naturales. En tal  sentido, el plástico es de aquellos materiales que requieren de la adopción urgente de medidas específicas.

Esta urgencia, afirman, se origina en las características del material, que es elaborado en base a recursos fósiles, son livianos, aislantes térmicos y eléctricos, resistentes a la corrosión y otros factores químicos, gozan de versatilidad y tienen bajo precio en comparación a otras alternativas, por lo que su producción va en aumento. Se calcula que la producción global alcanza a 300 millones de toneladas por año, lo que conlleva un incremento del volumen de residuos plásticos, que permanecen inalterables por un periodo de entre 100 y 500 años. Esta cifra es alarmante considerando que a nivel mundial se acumulan en el ambiente, anualmente, 25 millones de toneladas de plásticos.

Destacan los autores que alrededor de 80 millones de toneladas de plásticos se encuentran flotando en los océanos Atlántico y Pacífico, destruyendo la vida marina, provocando reacciones tóxicas y liberando alteradores endocrinos – sustancias que son cancerígenas, mutagénicas o tóxicas para la reproducción –, nanopartículas y contaminantes orgánicos persistentes en los ecosistemas y, por tanto, afectando la cadena alimentaria.