lunes 26 febrero de 2018 | Publicado a las 1:20 pm · Actualizado a las 1:20 pm
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Internos de Putaendo producirán pan para reclusos de San Felipe y Los Andes
Con la esperanza y compromiso de funcionarios e internos espera transformarse en un agente de cambio que beneficie a toda la sociedad.
Para mayo se espera que la nueva panadería del Centro de Educación y Trabajo (CET) de Putaendo alcance una producción diaria de más de 300 kilos. Los encargados de alcanzar esta meta serán los mismos internos de la unidad, quienes ya trabajan en la dependencia.
En la actualidad son ocho los reclusos que día a día se encargan de elaborar los 25 kilos que permiten autoabastecer el CET, sin embargo, a partir de marzo comenzará la entrega a los Centros de Cumplimiento Penitenciario de San Felipe y Los Andes, quienes, con el paso de los meses, llegarán a recibir 130 y 150 kilos respectivamente.
El suboficial Alejandro Zamora, jefe (s) del centro, indicó que «pensamos que más adelante podríamos entregar a otras unidades, que podría ser Quillota. También tenemos pensado hacer una pastelería. Queremos que esto sea más grande y así entregar más herramientas a los usuarios».
La construcción de la panadería comenzó a fines de 2015 y desde ese año se comenzó a capacitar a quienes se encontraban cumpliendo su condena en el establecimiento penitenciario. Debido a que la mayoría de los capacitados ya egresó, se espera realizar un nuevo curso de panificación.
«Bonita experiencia»
El primer turno de cuatro panaderos comienza a trabajar a las cuatro de la madrugada. Uno de ellos es Cristian Rojas (33), quien reconoce que: “Gracias a Dios hemos podido experimentar una bonita experiencia que es aprender un oficio y hacer el pan. Ha sido un desafío, porque todos hemos aprendido de a poco cómo hacer un buen pan. Nos sentimos orgullosos de haber aprendido este rubro».
Consultado respecto a su familia, Rojas se emociona y afirma que «ellos se sienten orgullosos del cambio que he podido tener. Nosotros recibimos un incentivo, que me ha servido también para ayudar a mi familia, para entregarle dinero mensualmente a mi hija y para reinsertarme en la sociedad”.
Junto a Cristián, produce pan Rodrigo Collao, quien a sus 29 años reconoce que «aquí queda demostrado que sí se puede, que cuando uno tiene las ganas se pueden aprender cosas nuevas que te sirven en el medio libre, que marcan la diferencia y que rompen con el estigma de que el preso solo sabe robar”.