jueves 23 marzo de 2017 | Publicado a las 12:28 pm · Actualizado a las 12:28 pm
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Estudiantes privados de libertad cerraron sus clases de orfebrería con exposición
Durante cuatro meses los jóvenes fueron parte de un proceso de aprendizaje colectivo y colaborativo.
La finalización del periodo de clases del curso de orfebrería se celebró este miércoles, en el Centro Penitenciario de Valparaíso (CPV), y contó con la participación de profesores, compañeros y autoridades, quienes pudieron conocer a través del relato de los propios estudiantes cómo se forja un proceso creativo-productivo en este oficio.
Los ocho jóvenes que expusieron más de una treintena de joyas, dan vida a la segunda generación de orfebres de esta iniciativa ejecutada por la Fundación Universidad de Playa Ancha y fruto del trabajo conjunto con Gendarmería de Chile, quienes han permitido concretar este proyecto: cuyo objetivo es generar una unidad productiva al interior de la cárcel que permita generar ingresos.
Dentro de las autoridades que participaron de la actividad, se encuentra la vicepresidenta del directorio de la Fundación Universidad de Playa Ancha y prorrectora de la UPLA, Carmen Ibáñez Castillo, quien se refirió a lo importante que es para la casa de estudios ser parte de proyectos como el “Taller Renacer”.
“Yo creo que estas instancias nos hacen ser la universidad que somos, la universidad se realiza a través de esto, cumple su misión y, sin duda, la mística que se percibe en este espacio está dada por lo jóvenes que forman parte de esta iniciativa, y que son quienes creyeron que esto era posible. Esto es más que un curso, se trata de entregar una herramienta de trabajo, de entregar posibilidades, esto es realmente loable”, sostuvo la prorrectora de la Universidad de Playa Ancha.
Asimismo, el coordinador del proyecto, Eduardo Cerda, destacó lo crucial que resulta el taller para los estudiantes. “Estábamos seguros de que pese a las dificultades debíamos continuar en esta senda, principalmente, porque sabíamos que para los estudiantes de la primera generación había sido una oportunidad de generar pertenencia con el espacio de creación y con las personas que allí conviven, permitiéndoles llevar de mejor manera la experiencia de vivir en un contexto de encierro”.