La celebración del Año Nuevo es una de las más antiguas y universales de las festividades. Hace aproximadamente 4.000 años atrás, los babilonios fueron los primeros en convertir el Año Nuevo en un ciclo festivo que duraba 11 días y que se celebraba al comienzo de la primavera.

Los egipcios celebraban el fin del año con el comienzo de la crecida del río Nilo y la preparación de las tierras para la siembra, mientras que los romanos también hacían coincidir la celebración con la llegada de la primavera y lo festejaban el 25 de marzo.

Pero fue el emperador Julio César el que cambió la fecha al primero de enero, primer día del mes dedicado al Dios Jano. Esto fue confirmado en las adaptaciones que hizo el Papa Gregorio XIII, y es el calendario que rige en nuestros días.

La primera celebración del Año Nuevo en Chile ocurrió en 1671, cuando los Jesuítas levantaron una campana en lo alto de la Iglesia de la Compañía, que a la medianoche comenzó a anunciar el ciclo naciente.

En Santiago, celebrar el fin de año era una oportunidad para que, al igual que en la Navidad, las familias de diferentes clases sociales compartieran y lucieran los trajes adquiridos especialmente para la ocasión.

Algunas cábalas de año nuevo

La noche que nos traspasa al siguiente año está llena de cábalas y supersticiones que tienen que ver con buenos augurios para el año que comienza.

En Chile, la mayoría de las supersticiones que se llevan a la práctica la noche del 31 de diciembre fueron introducidas por los colonizadores españoles y se arraigaron con más fuerza en la ciudad que en los sectores rurales. Las cábalas que más se realizan son:

– La tradición de las 12 uvas: en el sitio que ocupa cada comensal se coloca previamente un pequeño frutero con 12 uvas y, de acuerdo con el ritual, se debe comer una uva por cada una de las 12 campanadas del reloj. Idealmente seis verdes y seis moradas. De esta forma, los anhelos y aspiraciones se hacen realidad… por lo menos eso dicen.

– Sentarse y volverse a parar con cada una de las doce campanadas: trae matrimonio.

– Recibir el año nuevo con dinero dentro de los zapatos: trae prosperidad económica.

– Para tener mucha ropa nueva: la noche del 31 debes usar la ropa interior al revés.

– Poner un anillo de oro en la copa de champaña con la que se hará el brindis: te asegurarás que no falte el dinero (ojo con tragártelo).

– Cocinar una corvina sin quitarle las escamas: para asegurarse un buen pasar económico (quien la coma tendrá tanta plata como escamas haya comido).

– Encender velas de colores: las azules traen la paz; las amarillas, abundancia; las rojas, pasión; las verdes, salud; las blancas, claridad, y las naranjas, inteligencia.

– Repetir en voz alta o mentalmente la frase «Voy a ser feliz este año» junto a los doce campanadas.

– Si se sale a la calle, tratar que la primera persona que se vea sea joven, ya que mientras menor sea, mayor será la felicidad.

– Sacar las maletas a la puerta de la casa para tener muchos viajes el año que comienza. Mejor aún es dar la vuelta a la manzana arrastrando las maletas.

– Usar ropa interior amarilla la noche de fin de año, para asegurar felicidad y buenos momentos. Mejor usarla por el revés y cambiarla al derecho despues de medianoche. Mucho mejor si los calzones son regalados.

– Comer una cucharada de lentejas (cocidas) dentro de los primeros minutos del nuevo año para tener prosperidad.

-Lavarse las manos con champaña y azúcar: para tener dinero. A las 12 de la noche, se meten las manos a una fuente con azúcar. Luego se lavan con champaña.

-Repartir espigas de trigo: símbolo de la abundancia. Lo ideal es repartirlas entre todos los asistentes (que todos tengan en las manos la medionoche) y tambien esparcirlas por la casa.

-Quemar al muñeco «viejo»: para desprenderse de las cosas malas del año que termina. Es necesario hacer un muñeco con la ropa vieja. Si se quiere, se le puede poner en el bolsillo una lista con todas las cosas malas del año que quieren eliminarse. Se debe poner en un lugar sin riesgos de incendio. A medianoche se le prende fuego.

La conocida astróloga Nena Borrero recomienda, como una costumbre sabia y sana, ocupar algunos momentos del último día del año que se va, limpiando y ordenando la casa, pues el estado del lugar en que vives reflejará el desarrollo de tu vida el año que comienza. «Entre más limpia, ordenada y radiante, mejor será tu vida», recomienda en su sitio web.

También propone encender velas blancas, rojas y verdes y dejarlas encendidas, en un lugar a prueba de incendios, hasta que se consuman por completo.Deben estar encendidas a la medianoche. Estas velas representan amor, armonía, salud y prosperidad para el año.

Básico, en todo caso, es tener fé en lo que estás haciendo. Y para terminar, sugiere rezar a medianoche, «por ti mismo, por tus seres queridos, por la humanidad, por el planeta y el universo entero, y que des las gracias por todos los dones que recibiste durante el año que se acaba».