Los colegios Liahona de Belloto (Quilpué), Liceo José Victorino Lastarria (Providencia), Fundadores de Quilpué e Instituto Nacional José Miguel Carrera (Santiago), son los que compiten en la etapa semifinal del Torneo de Debate Filosófico, que por segundo año consecutivo organiza el Instituto de Filosofía de la Universidad de Valparaíso.

En esta versión, la primera de nivel nacional, partieron compitiendo ocho colegios del Gran Valparaíso, San Antonio y Santiago. La final se realizará en noviembre, en fecha por confirmar.

¿Se puede argumentar con pasiones?, ¿se pueden justificar argumentativamente las pasiones?, ¿las comunicaciones actuales mejoran la interacción de la gente?, ¿es útil y constructivo el odio? y ¿hay que creerles a los científicos?, han sido las preguntas que los estudiantes han debido responder, sosteniéndolas con argumentos lógicos.

Convocado como un espacio que no sea un ejercicio retórico, de simple argumentación, sino un ejercicio en que el contenido es lo más importante, el Torneo de Debate Filosófico permite a los grupos escoger la postura que quieren defender, sin importar si los contrincantes defienden la misma tesis. Lo que importa son los argumentos utilizados, que tienen que responder a la metodología filosófica.

Andrés Bobenrieth, académico del Instituto de Filosofía UV, uno de los organizadores del evento y miembro del jurado, explica que “la idea que tuvimos ya desde el año pasado, es la importancia de mejorar la calidad de la discusión, y que la gente se dé cuenta de que la discusión a nivel nacional no debe ser simplemente plantear una posición, sino la profundidad de los planteamientos. Por eso enfatizamos lo de debate filosófico: no es simplemente saber debatir bien, hablar bien, sino lo importante es tener una visión de contenido y que realmente aporte a la sociedad”.

Respecto de cómo esta actividad acerca la filosofía a las personas, Bobenrieth indica que “sin duda, es una cosa muy importante. La gente piensa que la filosofía no está ya, y está en la base de muchas cosas. En Chile, por ejemplo, la discusión sobre si la educación es un derecho, en el fondo es una discusión filosófica: ¿es un derecho o es algo que uno recibe como un servicio? En ese sentido, la gente se ha dado cuenta de esas cosas que parecen muy etéreas y las terminan aterrizando en cosas muy importantes en el día a día de las personas. Por eso las discusiones filosóficas pueden parecer largas, pero en el fondo apuntan generalmente a cosas de esa envergadura, que afectan la vida de las personas a largo plazo. Y en algún momento hay que pensarlas, y en esta sociedad últimamente nos hemos dado cuenta de que hay que pensar cosas importantes”.