sábado 29 marzo de 2014 | Publicado a las 3:35 pm · Actualizado a las 3:35 pm
¿encontraste un error?
avísanos
Envíanos tu corrección
Corrupción en Valparaíso: académicos analizan los factores que hacen factible su cometido
Decano de Ciencias Políticas de la U. Central, Marco Moreno, advierte que la fórmula es: monopolio + discrecionalidad – transparencia = corrupción. Christian González G. Conocidos por todos son los episodios de corrupción que se han registrado en la Región de Valparaíso durante la última década, siendo los más recordados los que afectaron a la […]
Decano de Ciencias Políticas de la U. Central, Marco Moreno, advierte que la fórmula es: monopolio + discrecionalidad – transparencia = corrupción.
Christian González G.
Conocidos por todos son los episodios de corrupción que se han registrado en la Región de Valparaíso durante la última década, siendo los más recordados los que afectaron a la Intendencia Regional: primero en 2010, cuando se percataron que existió fraude y malversación de fondos durante la gestión de Iván de la Maza; y el otro en 2013, cuando se denunció una nueva malversación de caudales públicos, esta vez durante la gestión de Raúl Celis.
Estos dos casos son sólo parte de la corrupción a la que han incurrido algunas autoridades y funcionarios públicos de la región. Recordemos que durante 2008 la diputada porteña Laura Soto fue desaforada debido a fraudes mediante desvíos de fondos públicos hacia campañas políticas de la zona. A estos hechos, se le suma la investigación que está realizando actualmente la Contraloría ante presuntas irregularidades en el Fosis.
Pero, ¿qué hace que Valparaíso registre tantos casos ligados a la corrupción? Tres académicos quisieron explicar los motivos por los cuales algunos funcionarios que están en puestos de poder tienden a cometer este tipo de hechos que tienen a la región como una de las más corruptas del país.
Enriquecimiento y seducción por el poder
Para el psicólogo y profesor de la Universidad de Viña del Mar, Carlos Bravo, hay una serie de razones que podrían explicar esta situación, siendo la más frecuente una “seducción por el poder”, que se hace mucho más fuerte ante la presencia de dinero, influencia, información, entre otros factores que podrían influir a la hora de cometer estas fechorías.
“Tiene que ver también en cómo la sociedad se ha organizado, en su estructura social; donde se ve mucha violencia, donde todo es transable, todo licitable, sobre todo en políticas públicas. Cuando aplicas la lógica del mercado entras en una lógica en que lo que no está prohibido está permitido, en que el fin justifica los medios.
Al respecto, el sociólogo Arturo Pérez aseguró que los patrones que derivan en fraudes no presentan diferencias a la hora de producirse en el sistema público o en el privado, sino que los comportamientos en ambos aparatos son exactamente los mismos: “afán de ganancia fácil”.
“Esto quiere decir que aplican atajos para conseguir su fin, lo que sumado a la instalación de la meta del enriquecimiento, hace que estas personas quieran acortar los caminos, aunque estos no sean lícitos. En sociología llamamos a esto como los delitos de cuello blanco. Además, tiene que ver la presión que se ejerce sobre el éxito, sobre todo en esta sociedad donde se premia el éxito, el dinero por sobre el trabajo, la honestidad y el compromiso”, dijo el profesional.
Fórmula de la corrupción
En tanto, el analista político y decano de Ciencias Políticas de la Universidad Central, Marco Moreno, habló de una fórmula que posibilita que estos casos se produzcan: monopolio + discrecionalidad – transparencia = corrupción.
“Cuando tienes la configuración de estos tres factores es más factible que ocurran casos como fraudes o malversación de fondos públicos. Un caso: cuando las decisiones radican sobre sólo un ente, por ejemplo una Municipalidad que es la única que entrega patentes y permisos se genera un monopolio; si a eso se le agrega discreción, (dársela a alguien porque es amigo o cercano); y si todo esto se da en un ambiente de opacidad, de falta de transparencia, suceden actos de corrupción. Muchas instituciones públicas tienen esta lógica monopólica”, aseguró Moreno.
Pese a esto, agregó que en los últimos años hemos tenido en Chile sólo situaciones de actos de corrupción, lo que está muy lejos de transformarse en un “estado de corrupción”. “Son hechos aislados que son sancionados, lo que es distinto de hablar de una situación generalizada. A diferencia del resto de la región, Chile no está para nada sufriendo por hechos de este tipo como otros países”.
¿Somos una región corrupta?
Ante tanto registro de fraudes y problemas de corrupción que han afectado al sistema público de Valparaíso, la pregunta de si se está transformando en una constante es muy oportuna, más aún si se considera que una situación así podría generar que hablar de malversaciones, robos e irregularidades se haga una tendencia.
El sociólogo sostuvo que “hay que reconocer que tenemos una base institucional que permite que no lleguemos a niveles insostenibles de corrupción. Creo que si se fortalecen esas instituciones, modernizándolas, podemos mejorar los índices; así y todo, hay muchas tareas pendientes, pero en la medida que se robustezcan los organismos y se creen otros, mantendríamos estos niveles de corrupción o incluso los reduciríamos en algunos casos. Esta región, más que ninguna otra, requiere urgente de un golpe de timón”.
El académico de la U. Central, Marco Moreno, rechazó que estemos en un estado de corrupción, diciendo que “estamos lejos de eso. Comparativamente, estamos muy lejos de Argentina, de México o de Centroamérica, donde pasa casos así y no hay sanciones. Acá operan los mecanismos, sean tribunales u órganos fiscalizadores. Entonces creo que esto dificulta que lleguemos a una situación donde la corrupción es permanente”.
“Cuando la corrupción es pan de todos los días, se normaliza, se transforma en una forma de violencia social institucionalizada, que viene del poder pero no se consigna como violencia. La violencia acá es la piedra, el puño, la barricada, pero no se ve como tal a las estructuras de poder que favorecen a la corrupción. Acá la normalizamos, se le ponen nombres bonitos, somos buenos para utilizar eufemismos y malos para decir las cosas como son”, cerró el psicólogo Carlos Bravo.