Por su parte, el etólogo también señaló que algunas familias, principalmente de Santiago, poseen verdaderos zoológicos privados, con animales traídos incluso desde África.
Christian González G.
«Desde su visión como etólogo, Gonzalo Chávez, ha podido estudiar el comportamiento que tienen los animales en el medio en el que se encuentran viviendo, por lo que su opinión respecto a la importancia que están teniendo hoy en día las mascotas en las personas cobra aún mucha más importancia; más aún, considerando que el profesional es el director de la carrera de Medicina Veterinaria de la Universidad Santo Tomás (UST) en Viña del Mar y que ha debido analizar un gran número de casos, algunos de ellos muy excéntricos».
¿Cuál es el análisis que realiza usted respecto a la preocupación que tienen las familias sobre sus animales? ¿Es buena, mala, aún falta?
«Es innegable que la percepción y disposición que tienen las personas hoy por hacerse cargo de sus mascotas ha ido aumentando y mejorando en el sentido que están más dispuestos a recurrir a un servicio veterinario general o especialista. La gente sabe que hay veterinarios que están especializados en distintas áreas y desembolsan una cantidad de dinero bastante mayor a la que desembolsaban hace algunos años. Pero hay pero que no es despreciable, que es la preocupación más orientada hacia lo que las personas consideran como importante para satisfacer en sus mascotas, acá viene el concepto de humanización que se discute tanto, que pasa por un tema de proyectar las propias necesidades hacia las mascotas, donde surge todo un mercado que hoy está disponible en supermercados y en otras partes».
¿Y esta proyección de la que habla puede jugarle en contra a la mascota?
«Ese es el asunto porque uno tiende a satisfacer las necesidades que uno proyecta en la mascota, pero no necesariamente se informan bien en sus necesidades de la edad, del sexo, etcétera. Entonces pasa que la mascota al no estar siendo capaz de satisfacer esas necesidades desarrolla conductas inapropiadas asociadas a trastornos ansiosos».
¿Es correcto decir que hoy en día hay más preocupación por los animales que hace algunos años?
«Sí, la gente está más concientizada».
¿Y a qué lo atribuye?
«A la educación por programas de televisión, a las facilidades que existen para ver televisión por cable donde hay programas especializados en gatos, perros, erizos de tierra, entre muchos otros. Internet también sirve mucho porque por ejemplo hay gente que tiene cariño por una especie en particular y busca información, y se agrupa con otros para discutir, hay blogs, que ayuda a que se informen mucho más».
¿Cuáles son por ejemplo los principales errores en que caen algunas familias?
«Lo más recurrente es evitar que el perro se comporte como perro, es extraño, pero hay muchos casos así. Son perfiles de familias bien diferenciados, por ejemplo matrimonios que se les van de la casa los hijos, se hacen de una mascota, que es lo que se conoce como el “perrito faldero”, que es un perrito muy manipulable, de entretención, que esté dispuesto a estar con la familia. También hay matrimonios jóvenes que aplazan ser padres y proyectan ese amor en una mascota. Igualmente hay profesionales jóvenes que vierten todo el afecto hacia las mascotas».
¿Qué sucede justamente en casos de profesionales jóvenes, donde ambos trabajan, no permitiéndoles cuidar a una mascota durante gran parte del día? ¿Qué piensa al respecto?
«Acá hay dos cosas. Como gremio tratamos de motivar a las personas que soliciten consulta de preselección, porque acá se plantean variables que le permitirán tomar mejor decisión respecto a una mascota. Las variables que se consideran es el tiempo disponible, el espacio, los hábitos de la familia, sobre si les gusta salir mucho, el presupuesto. Siempre una mascota va a necesitar que gasten en ella. Todas estas variables las considera y finalmente se recomienda una mascota».
En muchos casos las mascotas tienden a decidir por la familia, ¿lo ratifica? ¿Conoce algunos casos?
«Hay y mucho más de lo que uno piensa. Hay gente que condiciona sus actividades en función de su mascota. Por ejemplo no salen porque no tienen con quién dejarlas o bien pagan para que alguien vaya a cuidar, o dejan de invitar amigos a la casa porque a la mascota no le gusta cierto tipo de gente. O no van a determinadas fiestas o matrimonios porque no puedo ir con mi perro. Estos son casos reales, donde la mascota que no tiene ninguna culpa, pero la familia adquiere condiciones de sociopatía en el sentido más amplio de la palabra, ya que se aíslan en función de la preocupación que a veces sienten por su mascota, siendo que muchas veces no las tiene».
¿Considera que el mundo está al revés con todos estos casos?
«Si uno lo ve en general, claro que las prioridades están cambiadas, y las personas confunden los roles muchas veces. Si hablamos de un perro por ejemplo, que integra una familia, el hecho de hablar de sociedades implica que cada uno tenga roles que cumplir, y en el momento que cada uno de estos cumple con sus deberes y derecho no hay conflictos. Estos se dan cuando los roles se confunden y no se tiene claridad».
¿Cuánto es el promedio que una familia debería gastar en una mascota?
«Si uno piensa en gastos promedios de un perro por ejemplo, en cuanto a alimentación, que debe comer dos veces al día, debieran gastar alrededor de 30 mil pesos mensualmente».
¿Y qué pasa con familias que tienen mascotas más exóticas? ¿Cuánto más gastan?
«Las personas que lean esta entrevista no se pueden ni imaginar las excentricidades. En Chile hay familias que tienen verdaderos zoológicos privados que son exclusivos para ellos, con animales que traen desde África directamente como gacelas, aves exóticas, reptiles, leones, tigres, culebras. Estamos hablando de muchos millones de pesos. Es importante considerar que cualquier especie silvestre nativa chilena está prohibida su tenencia. La principal contra es que esos animales muchas veces son reubicados porque no se mantienen como corresponde. Ellos gastan varios millones al mes por alimentación, manejo sanitario, de especialistas, de temperatura, entre muchos otros factores».
Cuando algunas familias adquieren estas mascotas, ¿se entiende que es por amor a los animales o lo hacen por gastar dinero en algo muy poco común?
«Las excentricidades independiente de hacia dónde van dirigidas, tienen que ver más como un estatus, de reconocimiento entre pares, de sobresalir; pero no necesariamente por amor a los animales, aunque más que algún caso debe haber que sí quieran mucho a los animales. Del punto de vista más simple, el amor a los animales debiera ir vertido a un tema de conservación en el entorno».
¿Conoce de casos de este tipo en la región?
«No, eso se da más que nada en Santiago».