domingo 23 junio de 2013 | Publicado a las 2:30 pm · Actualizado a las 2:30 pm
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Reportaje: No hay conexión – La Burbuja Académica y la integración social
Los problemas que aquejan a la sociedad chilena no son objeto de estudio ni de investigaciones a pesar de que para identificarlos y erradicarlos están las ciencias sociales y los instrumentos de medición propios de estas disciplinas, las que podrían hacer grandes cambios si se asignaran recursos a las entidades e instituciones pertinentes. No transcurre […]
Los problemas que aquejan a la sociedad chilena no son objeto de estudio ni de investigaciones a pesar de que para identificarlos y erradicarlos están las ciencias sociales y los instrumentos de medición propios de estas disciplinas, las que podrían hacer grandes cambios si se asignaran recursos a las entidades e instituciones pertinentes.
No transcurre un solo día en que las malas noticias no den cuenta de la crisis interna por la que Chile atraviesa, una situación que tiende a volverse endémica y por tanto aceptada pasivamente por la ciudadanía, la que en su globalidad no tiene injerencia en las decisiones que se toman en las altas esferas del poder tanto social como económico, e incluso educacional, área en la cual se manifiestan los mayores contrastes y contradicciones.
Hoy, nuestra sociedad enfrenta probablemente los más altos niveles de violencia urbana que se han visto desde que retornó la democracia; la agresividad está inserta en todos los ámbitos, aún en aquellos tradicionalmente respetados y pacíficos, como lo eran los establecimientos de educación pre escolar y básica. En los primeros, adultos sin conciencia han cometido abusos incalificables y en los segundos, el matonaje escolar sigue creciendo a vista y paciencia de las autoridades, algunas de las cuales han llegado al punto de confundir el bullying con “simples accidentes que ocurren entre los niños”. Aún si así fuera, si un menor fallece al interior de su colegio, el hecho es de absoluta responsabilidad de su directora.
En lo que ha corrido el presente año, se han denunciado más de diecinueve femicidios y han ingresado a los centros hospitalarios, varios casos de maltrato y abuso infantil. Por otra parte, los bancos y hasta el más modesto negocio de barrio se han convertido en lugares inseguros en los cuales los delincuentes ingresan disparando a quemarropa, y los asaltos a la propiedad privada actualmente suelen terminar con heridos, contusos y fallecidos.
En otros escenarios, y de acuerdo a las cifras del ministerio de Educación, hay en este momento catorce colegios tomados en la Región Metropolitana, lo que arroja un total de dieciocho mil escolares sin clases en Santiago y se calcula que en todo el país los establecimientos paralizados suman unos cincuenta. Pese a ello y a las reiteradas protestas de los estudiantes, lo que debiera ser un diálogo en el que participaran todos los componentes del problema, sigue siendo un monólogo del Estado y una calle sin salida desde hace muchos años.
En ese rango de situaciones anormales pareciera que ya nada puede sorprender a los chilenos Los comerciantes bajan las cortinas de sus negocios cuando los encapuchados aprovechan las marchas estudiantiles para cometer terribles desmanes; los usuarios del sistema de salud estatal esperan resignadamente que les toque el turno de atención en los consultorios y centros de urgencia así vayan con una neumonía galopante, y los ciudadanos de escasos recursos se las ingenian para sobrevivir invierno tras invierno en campamentos y barriadas, cuando no sacando el barro de casas recién entregadas por el gobierno de turno.
En enero de 2013, Marcela Ríos, encargada del estudio Auditoría Democrática en Chile que la ONU realiza cada dos años, señaló que “se percibía una creciente sensación de desesperanza” en la comunidad nacional, un sentimiento no vinculado a la democracia en sí, ya que un 64% de los chilenos la prefirieron a cualquier otra forma de gobierno, sino en relación a los grandes temas que involucran a la sociedad en su conjunto.
El sondeo se efectúa desde 2008 y su fin es medir la credibilidad de las instituciones democráticas y la valoración que el pueblo chileno les otorga. Curiosamente, un ítem destacado en la encuesta fue el deseo que manifestaron los ciudadanos comunes y corrientes, anónimos además, de reconocer a los pueblos originarios, un tema largamente pospuesto del que se habla muy poco en el nivel académico.
Actualmente son tantas las pérdidas que ha experimentado la cultura nacional, que esa y otras más simplemente se ignoran, como lo expresó la profesora Patricia Vargas, doctora en filología hispánica de la PUCV, quien se refirió a los perjuicios que ha causado el desinterés por la lectura en los escolares y universitarios, sobretodo porque al exceso de herramientas tecnológicas en manos de los educando no se han sumado medidas paralelas que resguarden los valores culturales, empezando por las técnicas lingüísticas.
Los progresos científicos.-
A simple vista, los problemas mencionados, que ocurren tanto en Chile como en otros países del continente latinoamericano, parecieran colgar en el aire, disociados de un contexto propio que pudiera acogerlos y definirlos al interior de algún tipo de disciplina, cual ocurre por ejemplo, con los problemas derivados de la sequía, o con los desastres que deja a su paso, un terremoto o un tsunami.
Lo cierto es que la extrema pobreza, la delincuencia, la discriminación, el analfabetismo, la deserción escolar, entre otras situaciones que agobian a las comunidades, constituyen males cuyas características pueden investigarse y dilucidarse bajo el alero de las ciencias sociales, las cuales agrupan a todas las disciplinas cuyo objeto de estudio está vinculado a las actividades y al comportamiento de los seres humanos en su conjunto.
Las ciencias sociales analizan las manifestaciones y representaciones materiales y simbólicas de la sociedad, y debido a que ésta constituye un ente en constante proceso de cambio, las ciencias humanas, en general, no pueden postular leyes universales, como ocurre con las denominadas ciencias exactas, y esa no es la única diferencia, puesto que estas últimas gozan de un mayor prestigio y tienen un estatus universalmente reconocido, lo que se traduce en importantes aportes para las investigaciones que se llevan a efecto primordialmente en los establecimientos de estudios superiores, ya sea en institutos de carácter privado o en las universidades.
En ese sentido, Chile está bien conceptuado dentro de la comunidad académica internacional. Frecuentemente sus científicos viajan al exterior para perfeccionarse y adquirir un doctorado en la especialidad que eligieron, título que por lo general es de índole más teórica que práctica, por lo cual muchos permanecen en el área investigativa y docente, y en algunos casos, coordinados con programas que se realizan en el extranjero.
Actualmente, el departamento de Física de la Universidad Técnica Federico Santa María está trabajando en un macro proyecto que se desarrolla en el mayor laboratorio de investigación en física de partículas a nivel mundial, la Organización Europea para la Investigación Nuclear, CERN por su sigla en francés, situado en la frontera entre Suiza y Francia. La entidad, conjuntamente con veinte estados miembros, está experimentando con un acelerador de partículas denominado Gran Colisionador de Hadrones,(LHC), con el cual se intenta reproducir en escala diminuta lo que ocurrió durante las primeras fracciones de segundos después del Big Bang que se supone creó el universo hace aproximadamente catorce millones de años.
El físico y académico de la USM, Claudio Dib, se refirió a la participación del país en lo que se considera el experimento más ambicioso del mundo:
¿Cuándo ingresó Chile al CERN?
-“En junio de 2007, en Ginebra, se firmó el convenio entre Chile (a través de Conicyt), y CERN, en presencia de la ex presidenta Bachelet. En octubre de ese año, el grupo de científicos chilenos se incorporó a las investigaciones del experimento Atlas, en el cual estamos trabajando desde entonces.
¿Cómo se integra la USM a lqs pruebas que se realizan mediante la máquina denominada Large Hadron Collider?
-“Los experimentos del LHC son cuatro, cada uno con su propio detector y conformado con la colaboración de unos 3000 físicos: CMS, ALICE, LHCB Y ATLAS. El equipo chileno está integrado a este último, y al comienzo sólo hicimos análisis de datos y contribuciones de software porque ya estaba todo hecho. Hoy, el LHC está detenido y los detectores están siendo desarmados para reemplazar las partes dañadas u obsoletas, y Chile está participando en la construcción del detector renovado.”-
¿Cuánto tiempo puede llevarle al CERN, por ejemplo, reproducir el Big Bang y arribar a alguna conclusión?
-“Ya se han logrado muchos avances al respecto. Primero, se han medido muchas propiedades de partículas que se habían descubierto pero las cuales no se habían podido medir bien, por ejemplo, el quark Top. Además se han hecho grandes progresos en cuanto a entender las colisiones de iones pesados o núcleos atómicos grandes. En esos choques se recrea la materia que existió antes del Big Bang y aún se están estudiando los datos de esas colisiones. El coordinador de las mediciones en ATLAS es uno de nuestros científicos; (de entre los 3000 que suman a nivel mundial, ¡no está mal!).”
-“Por último, se descubrió la tan buscada partícula de Higgs, cuya presencia indica que los mecanismos de generación de masa de las partículas elementales son como se suponía, lo que significa un enorme avance.”-
Recursos que se pierden.-
A inicios de los 90, dos universidades porteñas emprendieron varios proyectos de bioingeniería o ingeniería aplicada a la medicina, mediante la construcción de equipos de control computacional de uso en hospitales y clínicas, en especial en las unidades de cuidados intensivos. El Departamento de Ingeniería Electrónica de la USM implementó los primeros aparatos hechos en Chile para el Hospital Gustavo Fricke, y se construyó un simulador cardiovascular con fines didácticos.
Sin embargo, pese a los esfuerzos de los académicos, la bioingeniería como empresa capaz de abastecer los hospitales no prosperó debido al alto costo de producción que impedía competir con los equipos importados. Tampoco dio resultado como carrera, ya que sólo se impartió durante dos semestres, por sus escasas opciones en el mercado laboral. No obstante, todos los proyectos y programas se llevaron a término con los recursos financieros proporcionados por el Conicyt.
En sentido opuesto, las experiencias aplicadas a las ciencias humanas son ostensiblemente inferiores y es evidente que la sociedad chilena no constituye prioridad ni objetivo de proyectos en el mundo académico, tampoco en el contexto de las instituciones estatales que podrían generar programas destinados a sanear los graves problemas que Chile enfrenta y cuyas secuelas en el futuro no pueden cuantificarse como ocurre con los fenómenos naturales.
En lo que respecta a ese tema ,la sociología es desaprovechada y los sociólogos sólo se ven y se escuchan en foros que no tienen ningún destino práctico, debido principalmente a que no se han implementado acciones coordinadas entre los gobiernos y los profesionales del área social, cuyos servicios podrían ser infinitamente útiles para investigar los actuales problemas, sacar conclusiones y finalmente aplicar las medidas correctivas utilizando las redes a nivel país, tales como las organizaciones no gubernamentales, las juntas de vecinos y los municipios.